En multitud de ocasiones comparto conversaciones con deportistas de todo el mundo antes de alguna competición en la que nos conocemos o reencontramos. Es una de las mayores riquezas que aporta un viaje a otros países, sociedades, culturas y paisajes: aumentar el número de personas con las que contactas a lo largo de la vida. Un tesoro que posibilita abrir los puntos de mira y las perspectivas con las que ver el día a día y que permite entender y respetar completamente a aquellas personas que piensan o son diferentes a uno mismo.
Haciendo un repaso de todas esas conversaciones que me gusta anotar observo la coincidencia con una de las afirmaciones que Joe Friel (uno de los entrenadores de mayor prestigio a nivel internacional) pronunciaba en uno de sus innumerables artículos: “aquellos deportistas que tienen una planificación y confían en ella, aunque sea una planificación sencilla, obtienen mejores resultados que aquellos que no siguen planificación alguna, aunque estos últimos entrenen más”.
Y es que, el orden en el proceso de entrenamiento es fundamental a la hora de lograr los objetivos que el deportista se marca. Nadie puede imaginar a día de hoy a un profesional de cualquier disciplina deportiva sin un entrenador que lo planifique o sin conocimientos sobre rendimiento que le coloquen a la altura de un buen entrenador.
Así las cosas, para comenzar cada temporada con el orden necesario, se deben de seguir ciertos pasos que a continuación iré desarrollando en dos artículos. Aquí la primera parte de las variables a tener en cuenta.
1. Conocer el nivel inicial del deportista.
En la actualidad, gracias a la enorme cantidad de información que se puede obtener mediante sistemas de medición (potenciómetros, pulsómetros, etc.) y los datos que la bibliografía especializada aporta sobre deportistas de cualquier nivel de rendimiento se puede conocer con precisión dónde clasificar a cada persona en función de sus prestaciones físicas.
A partir de ahí se puede comenzar a plantear el segundo paso, si bien en gran cantidad de ocasiones se invierte el orden antes incluso de saber si el deportista está en condiciones de alcanzar el objetivo.
2. Determinar la competición principal.
En base al nivel del deportista se puede comenzar a plantear un objetivo realista. En ello interviene de forma muy importante la inmensa y positiva motivación que una persona puede tener por su reto. Han sido y son numerosas las ocasiones en las que personas a las que he entrenado, apoyándose en una gran inversión de energía y la máxima pasión por lo que hacen, han logrado evolucionar a un ritmo mucho mayor del que teóricamente podían crecer.
Por ello, en este punto es esencial que el entrenador mantenga siempre la flexibilidad que nos lleva a la siguiente afirmación: “la planificación buena es la planificación que constantemente se está adaptando”. Esto es, un entrenador debe de dejar siempre abierta la puerta a cambiar el objetivo principal de una temporada ya que un deportista es un ser vivo que puede responder de forma distinta a lo previsto en un comienzo.
3. Determinar las competiciones secundarias.
A lo largo de su temporada, incluso los deportistas profesionales establecen objetivos secundarios antes de la competición principal.
Esas competiciones sirven como test ideales de los que sacar conclusiones para pulir los detalles hacia el objetivo principal, sirven para que el deportista sienta la adrenalina de colocarse un dorsal, sirven para que el organismo sea sometido a cargas similares a las que vivirá el día del objetivo principal, sirven para probar detalles esenciales como la nutrición o el material idóneo y, lo más importante, sirven para aprender a competir. Y es que, estar habituado a competir es fundamental para que el deportista pueda sacar su mejor versión el “día D” a la “hora H”.
Ese es el motivo por el que deportistas profesionales de entre veintisiete y treinta y tres años compiten al máximo nivel y pueden superar a otros mucho más jóvenes aunque más inexpertos. Saber gestionar la competición y todo lo que se genera en torno a ella es la única forma de obtener en máximo rendimiento individual.
En la próxima entrega de este capítulo analizaremos el resto de claves que se han de tener en cuenta a la hora de planificar correctamente una temporada.
Un sabio díce «vale más una planificacion, por sencilla que sea que una no planificación»
¡Qué bueno Rafa!
Como siempre, tienes la razón ya que planificar, aunque sea de forma sencilla es siempre un acierto ya que ordena aquello que deseamos que ocurra en el proceso de entrenamiento. Además, es precioso planificar ya que es algo tan lógico como seguir las dinámicas con las que funciona el organismo humano, en definitiva, es algo tan lógico como conocer la fisiología del deporte.
¡Sigamos aprendiendo constantemente!
¡Gracias por tu comentario!